El acné es una de las afecciones de la piel que más preocupa a las personas, en este caso, a las mujeres, ya que afecta la piel de su rostro. El acné comienza a desarrollarse desde la adolescencia, provocando que, de acuerdo a la BBC, un 90% de los adolescentes sufra de acné y un 12% de los adultos también lo padezcan, en su mayoría mujeres. Para entender más acerca de esta condición de la piel te explicaremos los diferentes tipos de acné que existen.
Tu piel tiene miles de folículos pilosos (aberturas o poros desde donde salen o crecen los vellos), los cuales tienen en su interior glándulas sebáceas que producen sebo. El exceso de producción de este sebo, la obstrucción de los folículos con el sebo y las células muertas de la piel, las bacterias y el exceso de producción de ciertas hormonas pueden ser los causantes de los diferentes tipos de acné.
El acné puede manifestarse en diferentes formas y grados de gravedad. A continuación, te mencionaré los tipos más comunes:
Acné vulgaris: Es el tipo más común de acné y generalmente se presenta durante la adolescencia. Se caracteriza por la presencia de comedones (espinillas blancas y puntos negros) y lesiones inflamatorias como pápulas, pústulas, nódulos y quistes. El acné vulgaris puede ser leve, moderado o severo, dependiendo de la cantidad y gravedad de las lesiones.
Acné hormonal: Este tipo de acné está relacionado con cambios hormonales, principalmente en mujeres. Puede ocurrir durante la adolescencia, el embarazo o la menopausia, cuando los niveles hormonales fluctúan. Suele afectar principalmente la zona de la mandíbula, la barbilla y el cuello.
Acné neonatal: Afecta a los recién nacidos y se caracteriza por la aparición de pequeñas protuberancias en la piel, especialmente en la cara. Este tipo de acné es causado por el efecto residual de las hormonas maternas y generalmente desaparece por sí solo sin necesidad de tratamiento.
Acné mecánico: Se produce por la fricción o presión constante en la piel, como el uso de cascos, correas de mochila o el apoyo de las manos en el rostro. Esta fricción puede obstruir los poros y provocar la aparición de comedones y lesiones inflamatorias.
Tipos de acné no inflamatorio
Comedones cerrados (espinillas blancas): Se forman cuando los folículos pilosos se obstruyen con sebo y células muertas de la piel, creando una protuberancia blanca en la piel. No están inflamados y generalmente no causan dolor.
Comedones abiertos (puntos negros): Ocurren cuando los comedones cerrados se abren y el sebo y las células muertas se oxidan, volviéndose de color oscuro. Aunque pueden parecer suciedad, no están relacionados con la falta de higiene.
Tipos de acné inflamatorio
Pápulas: Son lesiones inflamadas y elevadas en la piel de color rosado o rojo. Pueden ser sensibles al tacto y pueden causar molestias.
Pústulas: Se caracterizan por tener una cabeza blanca o amarillenta en la parte superior debido a la acumulación de pus en el interior. Son lesiones inflamatorias y pueden ser dolorosas.
Nódulos: Son lesiones más grandes y profundas que se forman debajo de la piel. Son dolorosos al tacto y pueden durar semanas o meses. Pueden dejar cicatrices permanentes si no se tratan adecuadamente.
Quistes: Son lesiones similares a los nódulos, pero están llenas de pus y son más grandes y dolorosas. Pueden dejar cicatrices y requieren atención médica para su tratamiento adecuado.
Es importante destacar que el acné puede presentar una combinación de lesiones inflamatorias y no inflamatorias. Además, la gravedad del acné puede variar desde leve hasta severo, y cada persona puede experimentar diferentes tipos de acné en diferentes momentos de su vida.
Además, conocer tu tipo de acné es muy importante ya que el tratamiento va a depender de las lesiones y profundidad del acné. Lesiones con infecciones pueden necesitar antibióticos orales, mientras que los puntos negros se pueden tratar con cremas.
Es fundamental recordar que el tratamiento del acné debe ser individualizado y supervisado por un dermatólogo. El seguimiento adecuado y la constancia en el uso de los productos o medicamentos recomendados son clave para obtener resultados satisfactorios. Además, mantener una rutina de cuidado de la piel adecuada, una buena higiene y evitar el estrés pueden ayudar a controlar el acné.
Siempre es recomendable buscar el consejo de un profesional de la salud antes de comenzar cualquier tratamiento para el acné, ya que cada persona es única y puede requerir un enfoque personalizado.
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