Quizá ya hayas escuchado que el órgano más grande que tienes es tu piel, y que la misma tiene cuidados específicos, pero no es tan simple como eso. En efecto, la piel es tu órgano más grande, pero, según el tipo de piel que poseas, esta tiene necesidades y requiere cuidados específicos que debes brindarle.
Si no sabías que esto existía, ahora rememora los intentos fallidos de cuidar tu piel, esos tiempos en los que no sabías lo que le hacía bien a tu piel y lo que no. Afortunadamente, nosotros te ayudaremos a saber cuáles son los tipos de piel y sus cuidados.
Tipos de piel y sus cuidados
Piel Normal
Cuando hablamos de una piel “normal” nos referimos a una piel correctamente equilibrada. La T imaginaria que se forma entre la frente, nariz y barbilla produce la cantidad justa de sebo como para hidratar equitativamente el resto de la cara. ¿El resultado? Una piel que no es demasiado grasosa ni demasiado seca.
Este tipo de piel es la más deseada por su cualidad de casi perfecta, esto es debido a que no es sensible y siempre se mantiene flexible. La piel normal es un rasgo típico en niños y pre-adolescentes, sin embargo, al atravesar la adolescencia, los cambios hormonales pueden afectar las propiedades de la misma e inclinar la balanza.
¿Cómo puedes saber si tu piel es de tipo normal? Pues, la piel “normal” se caracteriza por:
- Poros finos.
- Ausencia de impurezas.
- Textura aterciopelada, lisa y uniforme.
- Goza de buena circulación.
Pero para mantener sana tu piel debes cuidarla con productos que no alteren su equilibrio. Un mal cuidado puede derivar en la producción excesiva de sebo o en irritación y, como resultado final, perderá su hidratación natural, derivando en envejecimiento prematuro.
Cuida tu piel a diario para que conserve su tonicidad y pureza. Usa cremas hidratantes por el día y la noche, tónicos o aguas micelar que sean de absorción rápida que te permitan notar los cambios de tu dermis al tacto.
Recuerda que ducharte demasiado puede debilitar la protección natural de tu piel, eso la haría vulnerable frente a bacterias o contaminantes que puedan generar espinillas o los famosos clavos negros.
Piel Seca
Una piel seca produce menos sebo que las pieles normales. Por esa razón, no goza de la cantidad ideal de lípidos que le permitan retener humedad y formar una barrera protectora contra agentes perjudiciales.
El número de mujeres con piel seca es mucho mayor que el número de hombres y los problemas que ésta ocasiona constituyen el 40% de las razones por las que alguien visita el dermatólogo.
Una piel seca se distingue por ser muy frágil, áspera y exhibir un color opaco a causa de una tonicidad escasa. Los dermatólogos la categorizan en:
- Piel muy seca: presencia de descamación, textura áspera y se presenta con manchas que muestra envejecimiento prematuro. La piel de este tipo debe ser atendida por un dermatólogo que la supervise, pues las irritaciones severas e infecciones siempre están a la orden.
- Piel extremadamente seca: las manos, rodillas y codos se caracterizan por ser secas en extremo. Presentan callosidades, picor, grietas y descamación en ocasiones. En estos casos sí es importante visitar un dermatólogo que recomiende productos que restablezcan la hidratación natural de la piel.
En ambos casos, también se recomienda beber muchísima agua, eso ayudará a hidratar tu piel desde adentro hacia afuera. Asimismo, mascarillas hechas de aguacate, miel, aceite de oliva o yogurt te ayudarán de forma importante. Recuerda: para ver resultados debes ser disciplinado en los cuidados y que las cosas no cambian en cuestión de horas. Debes ser paciente y persistente.
Piel Grasa
Cuando hablamos de un tipo de piel grasa, debemos describir un tipo de piel con tendencia a producir un exceso de sebo. Reconocer este tipo de piel no es difícil, notarás que constantemente está brillante, sus poros son agrandados y tiende a tener un color pálido debido a una circulación dificultada.
Quienes tienen una piel de tipo grasa no tienen las cosas fáciles, pues están vulnerables a padecer acné leve y severo por todo su cuerpo: cuello, pecho y espalda, y hasta en los glúteos. Del mismo modo, sufre cierto círculo vicioso entre las rojeces y la inflamación.
Ante esto, es importante que un tipo de piel así se mantenga alejada de todo producto alto en grasa y amerita exfoliarse casi a diario, cuidando que la suciedad se acumule. Además, una dieta baja en grasas u hormonas supervisadas por el dermatólogo son de mucha ayuda.
Lo verdaderamente importante es que tomes en serio este tipo de condición, pues un buen cuidado y tratamiento te aliviaría malos ratos con infecciones graves o inflamaciones.
Piel Mixta
Una piel mixta es una piel que está a la mitad de camino de ser una piel grasa y ser una piel de tipo “normal”. Generalmente, la zona que más grasa contiene es la correspondiente a la T del rostro (frente, nariz y barbilla), mientras que las mejillas son normales o secas.
Este tipo de piel, al igual que la grasa, no es muy difícil de diferenciar, pues en la zona de la T notarás los poros agrandados y un cierto rastro de impurezas, mientras que a los lados la piel puede ser seca o normal.
Recuerda que por encontrarse a la mitad de dos tipos de piel diferentes completamente, es muy fácil que la balanza se incline hacia uno de los dos y tener resultados negativos.
Por esa razón, es importante que le brindes a tu piel los cuidados adecuados. Siempre recurre a productos específicos que mantengan el balance de tu piel. Afortunadamente, los artículos para este tipo de piel se encuentran fácilmente identificados dentro del mercado.
Usar el producto perfecto evitaría la resequedad del rostro o la seborrea, de manera que no haya complicaciones en ningún momento. Para mantener una piel mixta sana se aconseja realizar una mascarilla nutritiva al menos una vez por semana, una que no aporte demasiada grasa al rostro y que no ponga en riesgo la humedad de otras zonas de tu rostro.
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